lunes, 3 de marzo de 2014

Nunca digas, de esta agua no beberé


Nunca digas, de esta agua no beberé 


No se sí fue suerte o desgracia pero yo me crié junto a mi hermano Juan invalido desde los cuatro años. Yo lo conocí tumbado en una cama, teniendo que hacérselo todo, cuando digo todo es todo, lo único que tenía bien era la mente, vista y oído. Una reuma de bien pequeño le destrozaba brazos y piernas, dejándolo empotrado en una cama los restos de su vida.
Siempre lo vi feliz, compartía mis juegos y vivencias de la calle con el, contándole todo lo que hacíamos con los amigos.
Su situación para mi siempre fue normal, no lo vi de otra manera, recuerdo que le hicieron una camilla para poder sacarlo de casa y en tiempo de verano no lo llevábamos con nosotros, para que nos pudiera ver jugar al fútbol, lo poníamos de tal manera que el nos veía jugar. Así lo hicimos durante muchos años hasta que se cansó, llego el momento que se negó a salir,  creo yo por los comentarios y la pena que llegaba a dar, la gente se nos acercaba y preguntaba, a el no le hacia mucha gracia, se sentía mal.
Muchas veces pensé si hubiera podido estar sentado, su vida hubiera sido un poco más cómoda, pero tenía que estar tumbado y con una almohada lo incorporábamos un poco para ver tv.
Pienso que fue feliz mientras estuvo con nosotros y cuando dejo de serlo, Dios se lo llevo, la única cosa que hizo bien.
Llegue a compartir tantas cosas con el, nunca tuve secretos todo se lo contaba, era participe de mis vivencias, recuerdo de salir los domingos con los amigos a bailar y le decía, Juan me voy ya te contare como me a ido. Ahora pienso y me pregunto, que pensaría el pobre al verme marchar y el no haberlo hecho nunca. Ahora nos lamentamos por todo sin pensar en las personas que están peor y que la vida no les a sonreído como a nosotros. Yo personalmente he podido conocer a mis nietos, disfrutar de ellos, también me dejo venir a mi casa a vivir que tanto trabajo y sacrificio nos costó hacer.
Vivimos en una sociedad que las desgracias están a la orden del día, compañeros muy cercanos que han corrido peor suerte que yo, no les a dado tiempo ni de decir adiós, a veces pienso que tipo de Dios tenemos que permite esas injusticias.
Esta es la vida que nos a tocado vivir y lucharemos por ella, de los malos momentos también sacamos cosas positivas.


Para mi la vida es como un baile, mientras estés en ella hay que intentar bailar.




Un abrazo a esos compañeros que lo están pasando mal y que les tengo tanto cariño.
 

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